Historia

Epílogo
Con recursos sumamente escasos pero con corazón muy grande hemos pasado el viejo siglo y seguimos en el nuevo. Modestos, callados, constantes. 

Como un jardín de piedra japonés: pequeño, quizas rústico e incomprendido, pero siempre presente.

Ahora, encontramos un refugio en JICA Uruguay, como para seguir andando (algo así como la vuelta del hijo pródigo).

A los socios fundadores, nuestro reconocimiento
A los socios consecuentes que aún siguen, nuestro agradecimiento.
A los nuevos socios, nuestra bienvenida.
Y a los futuros becarios, que no duden nunca en preguntar o pedir, que siempre van a encontrar una Asociación abierta a todos.